NUESTRAS CAMPAÑAS

12 de agosto de 2009

Articulo del diario del sur

http://www.diariodelsur.com.co/agosto/12/opinion.php

PIZARRON
Zona Animal Pasto

Pablo Emilio Obando Acosta
"Los animales viven y mueren encerrados en estrechas jaulas sobre el montón de sus propios excrementos y sin ver la luz del sol"
Fernando Vallejo - La puta de Babilonia
Los pastenses tuvimos la oportunidad hace algunos días de observar una singular y simpática protesta en defensa de los derechos de los animales. En este caso un grupo de activistas universitarios dejó oír su sentida voz en contra de la utilización de los animales en el circo por cuanto implica violencia en su amaestramiento y en la forma odiosa y cruel en que se encierran en jaulas, alejados de su hábitat natural y de sus reales condiciones de vida.
Durante siglos, quizá milenios, los seres humanos nos hemos otorgado la potestad de dominar a las demás especies que nos acompañan en nuestro viaje cósmico. Los comemos, los matamos, los encerramos, los vendemos y los compramos como cualquier mercancía sin alma y sin sistema nervioso.
Circulan en Internet unos escalofriantes videos donde puede observarse la sevicia y crueldad de unos comerciantes de pieles de animal que los despojan de su piel estando vivos y en pleno ejercicio de sus facultades anímicas y sensoriales. Nada importa que el animalito se retuerza de dolor o que intente liberarse de la horrible tortura a la que es sometido. Igualmente hemos visto la caza indiscriminada de focas, a las cuales se les destroza el cráneo únicamente para evitar que coman su alimento natural, el atún. Y se les abandona moribundas mientras sus crías se aferran a sus cuerpos exánimes muriendo posteriormente en un abrazo de solidaridad y eterno afecto.
Se nos olvida que hace muchos años Linneo clasificó a los seres vivos y al ser humano como un animal más. Por supuesto que con sus propias características y condiciones; pero nada más. Desde niños se nos enseña que a los animales se los puede ultrajar, matar, abandonar o dejarlos a su triste suerte cuando sus condiciones biológicas ya no les permiten defenderse de los achaque naturales de la vejez. A todos se nos hace normal mirar coches de tracción animal; caballos azotados inmisericordemente por un amo ignorante que pretende a la fuerza del látigo forzar la capacidad del pobre jumento. Y he visto perros quemados con aceite hirviendo o gatos a los cuales se les corta sus extremidades simplemente para evitar que en las noches hagan sus rondas amorosas.
Como también fuimos testigos en nuestros tiempos de niñez de las incontables e inimaginables torturas a las que eran sometidos los osos de circo o los leones desdentados y humillados que recibían látigo por el simple hecho de no saltar por un aro de fuego. Y en nuestra insensibilidad e ignorancia aplaudíamos estas escenas como si el animal no fuera heredero de un sistema nervioso que lo hacía poseedor del dolor, del miedo y de la misma angustia que carcome a un ser humano en situaciones similares.
Los tiempos cambian; y con él las concepciones. Hoy ya sabemos que Linneo tenía y tiene toda la razón. Que los conceptos bíblicos son una equivocación que nos llevaron a pensar en la supremacía de los seres humanos sobre las demás especies; que los animales tienen la misma alma y el mismo espíritu que puede poseer cualquier persona. Que no somos más que ellos y que somos sus hermanos menores que en la sordidez de la soberbia nos hemos rebelado contra los dictámenes de la misma naturaleza generando caos, destrucción y muerte.
Por eso considero que no debe pasar desapercibida esta gesta de la juventud pastense en su lucha incesante del reconocimiento de los derechos animales. En verdad que es una reconciliación con la misma vida. Cientos de aplausos y miles de reconocimientos para esta generación que ha dado el gran paso hacia el entendimiento de las verdaderas causas de nuestra existencia. Gracias por educarnos, por despertar y elevar nuestra conciencia en la comprensión de que somos Uno en la gran aventura de la vida.

peobando@gmail.com

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